Los problemas en una relación son inevitables, el resultado de dos personas por mucho que se amen, siempre son dos personas con visiones, creencias, personalidades y puntos de vista diferentes.
A medida que las parejas envejecen, pasan por momentos importantes como mudarse a vivir juntos o tener hijos, surgen nuevos problemas.
Estas pueden ser oportunidades para el crecimiento y la mejora de la relación, pero también pueden volverse malas si no se manejan adecuadamente.
Veremos cómo mejorar las relaciones ante los problemas de pareja entendiendo cómo funcionan las relaciones y cuáles son las mejores estrategias para gestionar los conflictos de forma eficaz.
La importancia de saber gestionar psicológicamente los problemas de pareja
En cualquier relación personal, por mucho que dos personas se amen, tarde o temprano surgen peleas, problemas y conflictos.
Esto es normal porque siguen siendo dos personas, dos personas que cada una tiene sus propios puntos de vista, creencias, experiencias y formas de ver el mundo.
La relación de los cónyuges se desarrolla, cambia y madura, pasando por diversas etapas en las que es inevitable la aparición de otro problema.
Algunas de las causas más comunes de conflicto o crisis en una relación son:
- Confundido por los celos
- No satisfecho con la división de las tareas del hogar
- Malentendidos causados por no prestar atención a lo que otros dicen
- Los problemas de manejo del estrés le impiden causar controversias.
- Infiel
- incompatibilidad sexual
- Desacuerdo con marido y mujer
Incompatibilidad de los intereses de la otra persona
Por lo general, los problemas se resuelven solos con el tiempo o con el tiempo, pero a veces se convierten en un callejón sin salida que arranca a las personas de la estructura de convivencia de los cónyuges.
Las relaciones se deterioran, aparece el sufrimiento y el distanciamiento.
Además de verlos como algo que presagia el final de una relación, los problemas de una pareja deben verse como una oportunidad para crecer y aprender.
Cuando se enfoca correctamente, puede servir como argumento para mejorar la relación, aunque por supuesto esto requiere cooperación, motivación y fuerza de voluntad para hacerlo.
Etapas de la relación entre marido y mujer.
Es cierto que cada pareja representa un mundo y su camino de vida es completamente diferente.
Es imposible reducir a unos pocos párrafos las experiencias y visiones de todos los cónyuges del mundo, pero sí es posible señalar tres etapas típicas por las que pasa este tipo de relación.
Las relaciones se desarrollan y con el tiempo surgen diversos conflictos y discusiones que dificultan la vida de los cónyuges.
1. Enamoramiento
Al comienzo de una relación es la primera etapa del amor. Durante esta etapa, el foco está en los aspectos generales y positivos de cada uno, ignorando las diferencias y defectos.
El otro se conoce recientemente y se evita en lo posible el conflicto, porque la relación es aún tan joven y frágil que incluso la más mínima discusión puede acabar con ella.
2. Empezar a vivir juntos
A medida que la relación progresó a lo largo de los meses y los años, se volvió cada vez más seria. Tal vez ambos piensen en un futuro común, por lo que piensen en la posibilidad de vivir juntos.
Si toman esta decisión, también podría ser el comienzo de conflictos, especialmente en cuanto a los muchos hábitos que no han compartido anteriormente y las tareas a establecer.
A medida que hay más confianza e intimidad, los dos comienzan a parecer iguales, la relación comienza a sentirse más real y surgen diferencias que pueden causar conflictos.
3. apariencia de los niños
Esta es una etapa a la que no todas las parejas llegan, ya sea por una relación previamente rota o simplemente por no querer tener hijos todavía.
Si este es el caso, el acceso de los niños a la familia implica una ocurrencia tardía en la vida de sus padres, lo que puede causar problemas en la relación.
Hay un cambio cualitativo en las interacciones en la relación, afectando los deberes con el cuidado de los niños.
Además, los padres deben ponerse de acuerdo sobre el tipo de educación que quieren que reciba su hijo, lo que en sí mismo ha sido motivo de mucha discusión.
Como ya hemos comentado, estas son las tres etapas típicas más comunes en una relación de pareja, pero esto no significa que no haya otras.
Fenómenos como el cambio de horario, el desempleo de uno o ambos cónyuges, el cambio de residencia, los problemas de salud, las adicciones, la infidelidad, las discordias con los padres, la adolescencia o la independencia de los hijos son pasos que pueden desembocar en muchos conflictos si no se gestionan bien.
La clave para mejorar las relaciones es superar los conflictos
Mirando lo que hemos comentado hasta ahora, veremos una serie de claves para mejorar las relaciones a través de la superación del conflicto.
01. prepararse mentalmente
Recomendamos encarecidamente que antes de hablar de algo, debemos prepararnos mentalmente.
Necesitamos ajustar nuestras expectativas de antemano para no decepcionarnos cuando hablamos del tema si la conversación no sale como esperábamos. Necesitamos tener muy claro que cuando introducimos el tema, la otra parte no necesita percibirlo de la misma manera que lo tratamos.
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Como hemos dicho, parte del desacuerdo entre marido y mujer surge de las diferentes creencias, personalidades y visiones de la vida de los miembros de la relación. Afortunadamente se puede encontrar un compromiso para ajustar las diferencias y solucionar los problemas, aunque claro, el diálogo es necesario, porque las soluciones no vienen del cielo.
Debes estar dispuesto a ceder y ganar, no hay perdedor ni perdedor en las disputas de pareja.
También hay que ponerse en el lugar del otro. Es necesario mostrar empatía y ver la situación desde el punto de vista de nuestra pareja.
Quizás entonces podamos entender por qué el otro miembro se comporta como lo hace. Y muy importante: buscar el perdón no es para los débiles.
Una simple frase de "lo siento" suele ser la clave para resolver problemas de manera efectiva y mejorar las relaciones.
02. Encuentra el lugar adecuado y el momento adecuado
Intentar hablar de problemas en ambientes en los que estamos distraídos o en momentos en que estamos cansados de otros temas no nos ayudará a avanzar.
Cuanto más frustrados y agotados estemos, pase lo que pase, debemos tratar de mantener la calma al discutir un tema.
No es el mejor.
Puede posponer la discusión del conflicto y crear un ambiente propicio para el diálogo. Por ejemplo, los fines de semana o las vacaciones, sin interrupciones ni presiones del trabajo, son días ideales para una comunicación tranquila y despreocupada.
3. Hablar de problemas entonces
Uno de los errores más comunes cuando se trata de un problema en una relación es tratarlo tan pronto como te estás ahogando en él.
Intentar resolver un conflicto mientras estamos en medio de él solo empeorará la situación, la empeorará y nos conducirá a una gran guerra.
Es difícil pensar racionalmente cuando estamos cansados, enojados y tristes por esta situación.
Hablar del problema en el interior es contraproducente, por lo que es mejor esperar a que la situación se haya calmado un poco y hablar con calma del problema afuera.
4. Mejor sin público
Nunca debes discutir delante de tus hijos porque al final ellos son los que más sufren y son demasiado pequeños para lidiar con ellos.
Tampoco debe hablar de estos temas frente a amigos o familiares. Lo mejor es dar un paso atrás un rato, intentar calmarse y dejar eso para más adelante.
Sucede que cuando tenemos testigos ante nosotros, cuando discutimos, necesitamos ser más correctos y esto nos hace decir cosas o palabras que a veces no pensamos pero que les hacen mucho daño.
5. No plantee múltiples conflictos a la vez
Si estamos hablando de algunos temas controvertidos en la relación, es muy importante no dejarse llevar por otros temas del pasado.
Es mejor hablar de un problema específico y buscar una solución por el momento. Si abrimos una caja de Pandora y empezamos a tener problemas, abrimos múltiples heridas a la vez y corremos el riesgo de sangrar emocionalmente.
Tendremos que pagar más para mantenernos despiertos e intentar encontrarles una salida.
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